El cloro es el desinfectante de uso más generalizado para el mantenimiento de las condiciones higiénicas del agua de las piscinas, tanto públicas como de uso privado.
En sus diversas composiciones químicas (hipoclorito cálcico, hipoclorito sódico, ácido tricloroisocianúrico, dicloroisocianurato sódico) los derivados del cloro resultan muy eficaces como higienizantes del agua; actuando como desinfectante frente a distintos tipos de microorganismos (bacterias y hongos) así como otros parásitos y algas. Pero el cloro es también un producto tóxico, que debe suministrarse en las dosis adecuadas para realizar su función de desinfectante de forma segura. Por ello, resulta fundamental controlar de forma regular su concentración en el agua de baño, así como el pH del agua, para que la acción del cloro sea realmente efectiva.
En el mercado podemos encontrar productos clorados en muy diversos formatos: en tabletas o pastillas, granulados, cloro en polvo o disoluciones cloradas (cloro líquido). Esto permite una gran variedad de opciones de utilización y dosificación en las piscinas. Como hemos indicado a la hora de utilizar cloro en las piscinas es muy importante conocer la concentración adecuada y la dosis a suministrar por volumen de agua. Esto variará según el formato en el que añadamos el cloro a la piscina y la frecuencia en la que lo hagamos. Es importante ser conscientes que un exceso de cloro puede afectar tanto al sistema respiratorio y neurológico, por inhalación de gases, como provocar problemas importantes en la piel, las mucosas y los ojos.
La normativa que regula la cantidad de cloro en las piscinas de uso público viene determinada por la legislación autonómica, Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, y también estatal. Aquí también se incluyen las piscinas privadas de comunidades de propietarios de más de 20 viviendas, colegios mayores, o de similares características.
Las piscinas públicas deben de llevar al día un “Libro de Registro y Control de la calidad del agua”, en los que, entre otros datos, se debe de anotar dos veces al día (en el momento de la apertura del recinto y en momento de máxima afluencia) la concentración de desinfectante (en mg/l). En el caso del cloro se medirá el cloro residual libre y combinado. Otros parámetros que también deben anotarse son (el color y olor, pH, presencia de espumas, temperatura, humedad del aire en piscinas cubiertas, etc.
Valores de cloro según normativa:
- Cloro residual libre: 0,5-2,0 mg/l. En su ausencia o por encima de 5 mg/l se cerrará la piscina hasta normalizar el valor. Si se trata de piscinas cubiertas también se deberá intensificar la renovación del aire.
- Cloro combinado residual debe ser menor de 0,6 mg/l. Se cerrará la piscina si alcanza un nivel superior a 3 mg/l hasta normalizar el valor. Si se trata de piscinas cubiertas también se deberá intensificar la renovación del aire.
- Ácido isocianúrico: debe ser menor de 75 mg/l. En caso de superar 150 mg/l se cerrará la piscina. El nivel de ácido isocianúrico se controlará cuando se utilicen derivados del ácido tricloroisocianúrico.
Otro valor importante a controlar en el agua de la piscina y relacionado con la eficiencia del cloro es el pH, que debe estar entre 7,2 y 8. En caso de medirse valores inferiores a 6 o superiores a 9 se procederá al cierre de la piscina.